Asociación Publica de fieles "Ad virginitatem sacram promovendam": al servicio de la espiritualidad cristiana y la vida consagrada en el mundo. ASOCIACIÓN PUBLICA DE FIELES Nuestra
asociacion ha nacido como respuesta a dos
necesidades que se nos plantean a los cristianos en este Tercer Milenio de la Era cristiana: Como consagrados, hijos de Dios, estamos llamados a vivir en COMUNIÓN y creciendo en SANTIDAD. "Sed santos como Dios es santo" se nos dijo al ser bautizados. Y ello necesariamente en COMUNIÓN eclesial.Llamados a dar el testimonio que atraiga y convenza, y que consiste en ver en el hombre la obra de Cristo que se realiza y se expresa en la comunión en la que viven los cristianos; cuando se aman de verdad y están dispuestos a entregar la vida unos por otros.
cristiano. Nuestra espiritualidad parte de la consagración bautismal que es el acto por el cual Dios asume al hombre, creatura suya, y lo introduce en su esfera: lo hace familiar suyo, lo hace hijo suyo, lo introduce en la casa del Padre, en la casa de Dios, lo introduce en la vida trinitaria. Por ello tenemos como prioridad la
la valoración de la Vida Consagrada, con matices distintos y
complementarios, según los dones y carismas del Espíritu que las hacen propias y peculiares, pero siempre complementarias ya que
responden a distintas sensibilidades dentro de la riqueza plural de nuestra
Iglesia y que tan sabiamente planteó el Concilio Vaticano II y con tanta claridad presenta nuestro Papa Francisco. A) Por un
lado se encuentra nuestra propia urgencia como fieles cristianos de asociarnos
para fortalecernos en la fe y para ayudarnos mutuamente en nuestro seguimiento
de Cristo, en una sociedad fuertemente secularizada que dificulta notablemente
la vivencia de nuestra fe y de nuestro compromiso cristiano. B) Por
otro lado queremos dar respuesta dentro de la Iglesia a la necesidad de dar a
conocer, promover y apoyar la vida consagrada en medio del mundo, como memoria
viviente que es del modo de existir y actuar de Jesús, el Verbo encarnado. La vida consagrada en sus distintas y pluriformas eclesiales constituye un testimonio elocuente del
Reino de Dios del que se convierte en motor y en signo en cuanto supone vivir
radicalmente los valores del Espíritu en medio de un mundo dominado por el afán
materialista que amenaza directamente tanto la libertad interior y como la
disponibilidad exterior de la persona. Es asimismo un gesto de libertad frente
al yugo del egoísmo y la tiranía de las cosas porque comporta también la
imitación de Cristo virgen, pobre y obediente. La vida consagrada favorece, en
el cristiano que escucha y se compromete a seguir esta llamada del Señor, la
austeridad y el desapego de los bienes materiales para buscar y encontrar, por
encima de todo otro placer, la entrega generosa de su vida al bien de los
hermanos y la renuncia a su propia voluntad mediante la negación de sí mismo,
para ir configurándola a la voluntad del Padre, en cuyas manos se abandona en
una obediencia como la de Jesús. Cristo estuvo consagrado a la causa del Reino de Dios,
como también lo fue María, su Madre, y los discípulos fueron llamados también a
un seguimiento que hoy llamaríamos !CONSAGRACIÖN". La vida consagrada, en
quien siente la llamada a este estado de vida, conlleva el feliz descubrimiento
de que colaborar con al proyecto de Dios sobre el mundo y a los hermanos es un
privilegio al que vale la pena consagrar toda la existencia cristiana. El
Señor, que advierte a sus discípulos que no todos van a comprender esta
doctrina sino aquellos a los que les es concedido, ensalza la vida consagrada
de quienes, por entregarse y absoluta y confiadamente a Dios, escogen el
sacrificio que supone una vida virginal (cfr Mt 19,
10-12). También San Pablo, desde su experiencia de discípulo y de apóstol, si
bien manifiesta que sobe este particular no tiene precepto del Señor, aconseja
a los que son vírgenes a seguir en ese estado que facilita preocuparse sólo de
las cosas del Señor, buscando cómo agradarle, (cfr. 1 Cor
7). La vida consagrada es la entrega alegre y gozosa de toda
la persona al Señor y a su Reino por encima de toda ley o precepto, fijos los
ojos en Aquél que le invita a dejarlo todo para seguirle, con la promesa de
retribuir aquello que deja por causa del Reino con el ciento por uno: casa,
mujer, hermanos, parientes e hijos (cfr. Mt 19, 27-30; Mc 10, 28-31; Lc 19, 28-30). Pero esta entrega no carece de dificultades.
El consagrado/a, por el Reino de los Cielos vive especialmente la tensión
escatológica propia del Reino que ya ha comenzado si bien aún no ha alcanzado
toda su plenitud: el ya, pero todavía no. Como todo cristiano, está en
el mundo sin ser del mundo y el mundo no le reconoce como suyo, por eso
"el mundo los odia" (cfr. Jn 15, 18 - 16,
4), pero esta situación se agudiza en el que vive más radicalmente el
seguimiento de Cristo que le advierte: "recordad lo que os dije: el
siervo no es más que su señor. Si a mí me persiguieron, también os perseguirán
a vosotros" (Jn 15, 20a). De acuerdo con su vocación específica, la persona
consagrada, desterrando de sí y de su entorno toda tendencia al individualismo,
al narcisismo, al egoísmo, a la crítica, al mal ambiente y al materialismo,
trabaja su interior para hacerse una persona abierta y fraterna - especialmente
en situaciones de ruptura o desunión -. La vida consagrada aparece así como un
signo esponsal fecundo por el Reino de los Cielos en un doble sentido terrenal
y escatológico. Esta característica de esponsalidad y fecundidad propia de la
consagración por el Reino de los Cielos,
que constituye su esencia y su característica fundamental, es signo "de
la vida futura" y se ofrece como un espejo en el que puedan mirarse
los esposos, las familias y los jóvenes que han de poder contemplar encarnado
en la vida consagrada el amor que Jesucristo tiene a su Iglesia, que se les
propondría como estímulo y modelo idóneo para su propia vida, de modo que la
familia se afiance cada vez más como la célula viva e imprescindible de la
Iglesia y de la sociedad. A lo largo de la vida de la Iglesia la vida consagrada se
ha concretado en diversas manifestaciones que evidencian la riqueza que esta
forma de vida encierra y al mismo tiempo su demostrada capacidad para
responder, desde el Evangelio, a las necesidades de la Iglesia y de la sociedad
propias de cada momento histórico. Tanto las que implican la "fuga mundi" (ascetas, eremitas, monjes, religiosos...)
como la vida consagrada organizada en medio del mundo (institutos
seculares, sociedades de vida apostólica o asociaciones de fieles...), o la
vida consagrada personalizada en medio del mundo (orden de vírgenes,
viudas...) muestran esta disposición de la vida consagrada para ponerse a la
escucha del Espíritu y para responder en cada momento a las inspiración de este
mismo Espíritu ante las nuevas necesidades de los hombres y de los pueblos y en
las distintas y cambiantes circunstancias de un mundo y una historia que en
Dios tienen su alfa y su omega. Un ejemplo elocuente de la riqueza de la vida consagrada reconocida por el Concilio Vaticano II, es la restauración por el Concilio Vaticano II del Orden
de las Vírgenes, se retoma una de las formas primitivas en la Iglesia de "consagración en medio
del mundo", forma de consagración que se remonta a la Iglesia Apostólica,
la Iglesia reconoce en ella, una de las
muestras de esta capacidad de escucha y de respuesta de la Iglesia a las
sugerencias del Espíritu Santo y a las necesidades de la Iglesia y del mundo.
Es también el inicio de otras formas de consagración en medio del mundo. La vida consagrada ( a la Virgen, al sagrado Corazón... )con Rito externo y público o simplemente
con una consagración privada, por su específica forma de consagración -no tiene
las características de las órdenes religiosas ni de los institutos seculares- pero
presenta unas peculiaridades que no pueden ser ignoradas, más bien necesitan
ser potenciadas en medio de un mundo, donde la dimensión religiosa cada vez
está más alejada. Como la levadura, la persona consagrada está llamada a
fermentar "desde dentro" toda la masa (consecratio
a Deo in saeculo). Como seglares, en medio del mundo
y de las realidades temporales las personas consagradas, son llamadas por Dios
para que, fervientes en el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el
mundo a la manera de fermento (Apostolicam Actuositatem 2). Pero también es necesario notar que este estado de vida
conlleva unas dificultades especiales tanto de ser conocida como de vivir esa
consagración sin la ayuda que supone pertenecer a comunidades eclesiales organizadas.
Nuestras Asociacion "Asociación Publica de Fieles ·AVSP",
pretende salir al paso de ambas dificultades pues nace para acompañar al cristiano,desde su consagración bautismal, dando a conocer las
distintas formas de vida consagrada en medio del mundo a la vez que les ofrece la posibilidad de la vida
en comunidad a través de los Centros de la Asociación, uniendo en una misma
tarea evangelizadora a consagrados y laicos (objetivo también fundamental de la
Asociación). En el caso de las vírgenes
consagradas y las viudas consagradas - realidad eclesial que esta surgiendo en muchas diocesis de la Iglesia. los medios que la Asociación
pone a disposición suya no son más que un ofrecimiento que no pretende en modo
alguno sustituir el derecho de las vírgenes consagradas y las viudas a que, de acuerdo con
el canon 604, inciso 2, "puedan asociarse para cumplir su propósito con
mayor fidelidad y para realizar, mediante la ayuda mutua, el servicio a la
Iglesia congruente con su propio estado". Los
asociados Respecto a los asociados a nuestra Asociación, no necesariamente tienen que
ser personas consagradas, cualquier fiel cristiano que apoye la vida consagrada
puede ser asociado. La
realidad de la vida consagrada favorece,
en el cristiano que escucha y ve a otros consagrados o que se
compromete (consagrándose), a
seguir esta llamada del Señor, la austeridad y el desapego de los bienes
materiales para buscar y encontrar, por encima de todo otro placer, la entrega
generosa de su vida al bien de los hermanos y la renuncia a su propia voluntad
y el descubrimiento desde la actitud OYENTE y ORANTE de la Palabra de Dios de
la voluntad de Dios , para irse configurando a la voluntad del Padre, en cuyas
manos se abandona en una obediencia como la de Jesús. De aquí surge la
importancia de los “CENACULOS DE BETANIA”. Respecto
a los miembros asociados . es finalidad de la Asociacion, ayudarlos en su camino de santificación personal y su vocación específica de
misión en el mundo en el que viven, cuidando particularmente de que sea llevada
a cabo con verdadero sentido eclesial. Se cuidará
especialmente: 1º.- La Ayuda material y espiritual entre los
miembros de la Asociación. 2º.- Cuidar y hacer realidad entre los
asociados y como ejemplo de vida y testimonio cristiano en el mundo , la vida
fraternal y comunitaria a través del Centro Base y los centros asociados. Este doble objetivo de la Asociacion en sus distintos
ámbitos territoriales resumen lo que ella humildemente desea aportar en este
tiempo de crisis, de búsqueda y de nuevas respuestas a los retos que en su
fidelidad a Cristo y a su Evangelio, la Iglesia ha de afrontar en nuestro
tiempo, como ha hecho siempre y hará en el futuro, como ha hecho y hará siempre
que se afane en "escuchar lo que dice el Espíritu a la Iglesia" (cfr Ap 2, 7). Desarollo de
"Objetivos,
espiritualidad y actividades" de nuestra
Asociacion. |